lunes, 25 de enero de 2010

Echar un buen polvo

como echar un buen polvo

1.Todo entra por los ojos:
Vosotras, como nosotros, entran por los ojos. Y en ese primer juicio

la vanidad masculina es fundamental…
Un hombre gordo, que no se cuide, que tenga los zapatos sucios
(no se imaginan cuanto se fijan en los zapatos!), que use tanga
narigona de colores, horror! El que huela bien, se afeite, se vista con
gusto, use boxer’s (se admiten calzoncillos Jockey blancos), ande
con las uñas limpias y cuidadas, empieza la seducción con el pie derecho.

2.Besos, más besos:
Por favor, demorémonos todo lo que quieran besándolas.
Extrañamos esos besos de adolescencia frente a la puerta de la casa.
Extrañamos los vidrios empañados por tanto besar. Extrañamos el
mirarse a los ojos mientras nos besan en el cuello, en la boca,
en las orejas.El que sabe besar y sabe bailar (sin que besar sea sinónimo
de tocar por todas partes) llegará rápido a su meta.

3.Mas de 15 minutos por favor:
Los hombres máquina, tipo taladro, frenéticos y animalescos,
que demoran los quince minutos que puede tomarles llegar a un orgasmo
(hemos cronometrado), suelen ser catalogados de sosos,
egoístas, básicos. Háganlas desear. No lo den todo tan rápido!
Que ellas vean estrellas antes del taladro, por favor!

4.Variedad:
La posición del misionero no esta mal, pero para ellas suele
ser interesante, por eso de los estímulos entre los pliegues femeninos,
estar encima o agarradas a ustedes como si fueran el tronco de un árbol.
Variedad señores. Déjenlas de tanto en tanto tomar la iniciativa en
posiciones más interesantes.

5.Pocas preguntas:
Celos añejos? Vaya uno a saber… Pero el hombre que en pleno acto
pregunta ¿donde aprendiste? ¿Quien te enseñó? ¿Por que tan enteradita?
¿Cuantos componen tu lista?, mata todo. El pasado es pasado.
Nada de indagar sobre el como se aprendió.

6.Ojo con las manos:
Acaricien, no amasen. No sean tan rápidos con las manos.
No sean tan genitalistas. Utilícenlas para una caricia en el cuello,
en la mejilla, en el pelo, en los pies. Y cuando lleguen a la intimidad,
ya saben: no se trata de amasar.

7.Dejen actuar:
Si nos compramos un brasier sexy, no lo arranquen, Disfrútenlo.
Si encendemos chimenea, compramos vino, calentamos el jacuzz
y las recibimos desnudos, sean lentos con el romanticismo.
No sean tan rápidos!

8.Palabras:
Todas las mujeres coinciden en que el clítoris está en los oídos.
Que les gustan, que son bellas, que están excitados,
que les fascinan, que las quieren (como les gusta que las digan
que las quieren!).Ojo con volverse mandones: “hágame esto,
hágalo así, quiero esto, etc.” Hay que saber decirlo.

9.Dos seguidos, no:
Calidad en vez de cantidad. Una vez se acaba, un vinito, una charla,
unos besitos. El que vuelve y ataca, uf! A veces es pesadilla.

10. Adiós ronquidos:
Por buen polvo que sea, el que acaba y se duerme de inmediato es,
en vocabulario femenino, un perfecto guache.
Así que a mantenerse despiertos una horita por lo menos…

viernes, 22 de enero de 2010

Seducirnos Chicas

Las mujeres deben jugar con la ingenuidad, la inocencia, la coquetería, mientras que los hombres hacen gala de su caballerosidad, su masculinidad y sus palabras. Ahí debe ser cada una la que decida: si le gusta seducir o que la seduzcan… Para ello hablaremos sobre el significado de la comunicación no verbal y las posibilidades que existen de seducir a un hombre.

Es de sobra conocido que si asentimos con la cabeza en una conversación estamos queriendo involucrarnos en la misma y dar la razón al que emite el mensaje. Sin embargo, si además de asentir la mujer se retira el pelo de la cara y estira su cuello, estará realizando un claro ejercicio de provocación que el hombre asumirá de forma natural y sin ser consciente de estar siendo seducido.

Además, el humedecimiento de los labios es un claro indicador de atracción, que si se acompaña de una mirada sutil puede llegar a ser casi letal, nuestro objetivo puede caer rendido a nuestros pies mucho antes de lo esperado. También, el estar colocándose la ropa de forma continuada (puños de la camisa, pantalón, complementos), es una forma de decirle al hombre que estás dispuesta a aceptar cualquier cosa que te proponga.

Seducir a un hombre puede ser fácil si la conversación ha alcanzado un grado íntimo porque no busca cosas comunes y espera que le sorprendan con una invitación atrevida. Él, como hombre que es, valorará mucho más tu predisposición, tu postura de ‘manos abiertas’ a cualquier prouesta.

Además, otra de las técnicas que siempre funciona es invadir el espacio vital del hombre. Cuando no conocemos a alguien y mantenemos una conversación, también mantenemos un espacio necesario. Atrévete, rompe ese espacio y pega tu cara a la suya. Pónle en un compromiso acercando tus labios a los suyos y deja que sea él quien dé el primer paso. Recuerda quetocarle con cariño, apoyarse en su hombro o acariciarte tu misma, puede ser la chispa que haga saltar la llama. ¿La llama del amor?

A parte de todo esto, recuerda que los hombres son atraídos y fascinados por las mujeres seguras de sí mismas, que tienen un objetivo en la vida, que no caen ante nada y que creen en sus ideales y valores. Hablamos de mujeres modernas, independientes y con capacidad para resolver sus problemas.


lunes, 18 de enero de 2010

El verdadero amor nace de la amiración, del respeto, de la comprensión, de la amistad, todo ello provocado por la convivencia, eso sí que puede durar por tiempo indefinido, pero cuando te dañan en tus valores y tus principios hay que alejarse aunque duela......

QUÉ HACER ANTE LA TESTARUDEZ AFECTIVA? REALISMO EN CANTIDADES INDUSTRIALES, VER LO QUE ES, SER VALIENTE, AGUANTAR EL DOLOR Y NO DEJAR QUE LA MENTE CAIGA EN UNA DESVIACIÓN OPTIMISTA

martes, 12 de enero de 2010

la esncia del erotismo

En el cuerpo amado, un accidente del deseo

Un recorrido por las funciones del erotismo: en su vínculo con las pautas sociales, que siempre transgrede; en su referencia al sujeto, que por él "busca la clave de su propio libreto"; y en sus versiones para el amor, el enamoramiento y la pasión.

Desnudez: Lograr la desnudez del otro pero también la propia, para desentrañar, en el encuentro de los cuerpos, lo más "verdadero" del propio ser.


El erotismo es del orden del secreto y del desafío. La transgresión es inherente a su naturaleza en la medida en que, a través de su accionar, pone en evidencia una prohibición, negativizándola. En la cultura, los modos del erotismo y la transgresión que implican dependen de pautaciones propias de cada época y sociedad, pero, en todos los casos, la prohibición a la que responden está referida a la regulación de la sexualidad y al control de la muerte; es decir, a aquello que implica alguna suerte de exceso, de
violencia, de desbordamiento por sobre lo instituido.

En el plano de lo singular, el erotismo transcurre en una especie de ritual donde, aun en el territorio de Eros, "la muerte es la forma emblemática de consumación del desafío" (G.Bataille, El erotismo). El horizonte de la muerte -como desintegración, desaparición, aniquilamiento- aparece en el trasfondo como posibilidad, no obstante negativizada por el marco narcisista. La tensión del yo entre prohibición y transgresión es esencial en la experiencia de lo erótico.

En el erotismo, el sujeto es -aun sin percatarse de ello- capturado a partir de cierto elemento que lo provoca, lo sorprende, lo interroga. Bien podría tratarse del roce de una pluma sobre el papel, o un pasaje de una sinfonía, unos labios abrazando el borde del cristal, el movimiento de una danza, la textura de un óleo, un lunar. La escena en la que está ese elemento adquiere otra tonalidad o cambia de foco: ese elemento pasa a primer plano. La secuencia -lenta o tumultuosa- marca un compás que envuelve a la vez que abre. El sujeto se ve introducido en cierto recogimiento o estremecimiento nada estridente, nada histriónico por lo general. Es del orden de lo sutil, lo sea o no el desencadenante.

Cuando ello tiene lugar en el marco de la relación con un otro, ambos protagonistas pueden ser -simultánea o alternativamente- foco o segundo plano -quizás su intersección-. Una mirada, una caricia o la sintaxis con la que ha sido escrita una carta de amor pueden producir el mismo efecto; siempre los cuerpos estarán implicados.

La experiencia de lo erótico es sobre todo sensual, y se desencadena a partir del registro de la percepción. No es el objeto en su totalidad el que abre camino a la experiencia: el objeto que deviene erótico se distingue por encarnar la disolución de los límites de cualquier objeto. Se trata de parcialidades que pueden o no ensamblarse, signos que pasan a un estado de equivocidad, ya que entran en consonancia con lo que en el sujeto abre al enigma. "Veía todo su rostro, su cuerpo, fríamente: sus pestañas, la uña de
su pulgar, la finura de sus cejas, de sus labios, el esmalte de sus ojos, un toque de belleza, una manera de extender los dedos al fumar; estaba fascinado -no siendo la fascinación, en suma, más que el extremo del desapego- por una suerte de figurín coloreado, porcelanizado, vitrificado, en el que podía leer, sin comprender nada, la causa de mi deseo" (R.Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso).

Esta consonancia se produce por una operación de connotación que tiende al límite trazado por la irreductibilidad del enigma. El fantasma -como sedimento de aquél- oficia de imán y traza líneas de fuerza (investimiento de huellas) que, en el planteo de la percepción, producen -por condensación- una metaforicidad intangible para la conciencia. Esta metaforicidad se encarna en la materialidad de los signos encontrados (o reencontrados) que de este modo pasan a ser connotativos de un "algo más", de un "más allá" de su superficie. El sujeto pretende desnudar, descifrar aquello cuya presencia lo fascina. Los signos tienen ahora una fuerza que atrae hacia un horizonte que se vislumbra por detrás de un vidrio mojado; superficie que se acaricia y que sostiene el hechizo, a condición de mirar a su través sin nunca atravesarlo.

Lo amoroso atraviesa lo erótico, pero no lo abarca: lo pulsional desligado y lo amoroso ligador se combinan dándole un nombre -siempre inacabado- al deseo, que es a su vez resultante del entrecruzamiento entre las formas particulares de constitución de los fantasmas con los modos sociales de producción de subjetividad. "Hay allí un gran enigma del que jamás sabré la clave: ¿por qué deseo a Tal? ¿Por qué lo deseo perdurablemente, lánguidamente? ¿Es todo él lo que deseo (una silueta, una forma, un aire)? ¿O no es sólo más que una parte del cuerpo? Y en ese caso, ¿qué es lo que, en ese cuerpo amado, tiene vocación de fetiche para mí? ¿Qué porción tal vez increíblemente tenue, qué accidente?" (Barthes).

El erotismo es una de las vías por las cuales el sujeto se encuentra con el enigma de su deseo que lo interroga, e intenta, en la experiencia misma, ir al encuentro de aquello que le permita descifrar su sentido, encontrar la clave de su propio libreto, aquello que le es más propio y que nunca llegará a dilucidar del todo, puesto que se encuentra -por efecto de la represión- en el terreno de lo infranqueable.

miércoles, 6 de enero de 2010

Érase una vez una pequeña isla, donde vivían todos los sentimientos: La Alegría, la Tristeza, la Vanidad. la Sabiduría, el Amor y otros.

Un día avisaron a los moradores de esta isla, que ésta iba a ser inundada. Muy asustado el Amor, se preocupó para que todos los sentimientos se salvasen. El avisaba a todos: "Huyan...la isla va a
ser inundada...huyan".

Todos corrieron y se embarcaron en lanchas para ir, hasta una montaña muy alta. Sólo el Amor no lo hizo, él quería estar un poco más en la isla.

Cuando el agua se acercaba cada vez más, él corrió a pedir ayuda.

Vio pasar a la Riqueza y le dijo: "Riqueza ¡me llevas contigo?: y la riqueza le dijo: "No puedo, mi lancha esta llena de oro y plata y tú no vas a caber".

Pasó entonces la Vanidad y el Amor le pidió:

"Vanidad ¡me llevas contigo?" ; y la vanidad le dijo. "No puedo, porque vas a ensuciar mi lancha nueva".

Pasó entonces la Tristeza, y le dijo: "Tristeza ¡puedo ir contigo?"; y la tristeza le dijo:"Oh amor, estoy tan triste que prefiero ir solita".

Luego pasó la Alegría, mas la alegría estaba tan alegre que no vio al Amor.

Ya desesperado al saber que moriría ahogado; el Amor comenzó a llorar. Pasó entonces un barquito y le dijeron: "!Sube Amor, yo te llevo!". Y el Amor subió.

Estando ya en la parte alta de la montaña, el Amor le preguntó a la Sabiduría: "Sabiduría, ¡Quién era el del barquito que me trajo hasta aquí?

Y la Sabiduría le dijo: El Tiempo.

El Amor le replicó: ¡El tiempo?; pero ¡por qué sólo el Tiempo me quiso traer?.

Y la Sabiduría le contestó: "Porque sólo EL TIEMPO es capaz de ayudar a entender a un GRAN AMOR".